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Nuestros príncipes antes rebosaban de salud,
    más brillantes que la nieve, más blancos que la leche.
Sus rostros eran tan rosados como rubíes,
    su aspecto como joyas preciosas.[a]

Pero ahora sus caras son más negras que el carbón;
    nadie los reconoce en las calles.
La piel se les pega a los huesos;
    está tan seca y dura como la madera.

Los que murieron a espada terminaron mejor
    que los que mueren de hambre.
Hambrientos, se consumen
    por la falta de comida de los campos.

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Footnotes

  1. 4:7 En hebreo como lapislázuli.

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